Una presentación que no fue
Esta antología, como muchas otras, comenzó a construirse hace varios
años, en lugares y tiempos distintos, con o sin propósitos definidos. Forma
parte de esas compilaciones secretas que hacemos todos los lectores: reunimos
textos y autores, aparentemente muy diversos, por la simple razón de que nos
gustan.
Antes que cualquier otra cosa, este libro es un regalo. No hemos
reunido los textos que “deberían ser leídos”, por considerarlos valiosos o
importantes, sino aquellos que nos gustaría poder leer con ustedes. En este
sentido, esta antología es una forma de estar cerca y de compartir una parte de
nuestra historia como lectores.
Una antología es un mapa y una ruta: dibuja un territorio y propone un
recorrido. Pero siempre es posible descubrir y explorar otros lugares, tomar
otros caminos. Por lo tanto, no es necesario que lean la totalidad de los
textos y tampoco es indispensable que sigan el orden establecido. Cada uno de
ustedes puede decidir por dónde empezar y cuándo terminar. No existe mejor o
peor forma de leer un libro.
Tampoco existe la mejor antología, la más perfecta, la más completa.
En un libro como éste, siempre es posible encontrarnos con algún texto que no
nos gusta, que no nos convence del todo, que no nos dice gran cosa. Si eso
pasa, no significa que leímos mal o que no entendimos algo o que el texto nos
ha derrotado. La lectura, el encuentro con algunos textos, los lectores lo
saben muy bien, no siempre es una experiencia agradable.
Por ejemplo: sabemos que
ustedes tienen autores favoritos y es probable que lamenten no encontrarlos
aquí. Es así porque decidimos incluir algunos autores que no están en los
acervos de las bibliotecas de sus escuelas o que son poco conocidos en nuestro
país. Ni son todos los que están, ni están
todos los que son.
Una antología es así: siempre queda la
posibilidad de que los textos pudieron haber sido otros y no los que están.
Pero existe también la posibilidad de que, en los que están, el lector pueda
encontrar alguna historia, alguna frase, alguna palabra que lo haga lamentar
menos las ausencias. Como dijo Juan Farias, el lector es el que determina si un
libro tiene cabida en su biblioteca, si le debe algo.
Leer este libro no es una obligación.
Después de todo, cada lector tiene el derecho a no leer. Carlos Castilla del
Pino escribió: saber qué no leer es la forma superior de leer. Es decir, hay
que leer para saberlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario